Oaxaca de Juárez, 18 de diciembre. Es difícil imaginar una posada sin una piñata pues es el momento esperado por chicos y grandes. Como la mayoría de las tradiciones mexicanas, las piñatas son el resultado de varias mezclas culturales aunque su origen aún es algo incierto.
Las hipótesis más exactas ubican el comienzo de las piñatas en China, pues en la ceremonia del Año Nuevo se confeccionaban la figura de una vaca cubierta con papeles de colores llena de semillas. Los mandarines golpeaban con varas la figura para esparcir por el campo su contenido, posteriormente se quemaba el papel y las cenizas se guardaban, pues se consideraban de buena suerte.
Se le atribuye a Marco Polo conocer las piñatas en Oriente y llevarlas a Italia en el siglo XII, pues su nombre deriva del italiano pignattas que significa olla y posteriormente a España. En Europa se le dio a la piñata un enfoque religioso y al primer domingo después del Miércoles de Ceniza se le llamaba Domingo de Piñata. La cual consistía en una olla de barro con papeles de colores rellena de dulces, y para romperla, se vendaban los ojos.
PIÑATAS EN MÉXICO
Las piñatas llegan a México por medio de los colonizadores españoles. Los misioneros augustinos utilizaron las piñatas con fines evangelizadores, pues su ambiente festivo atraía a la gente a las ceremonias religiosas. Durante la época de las posadas se colgaban en las confiterías “sabrosos panales, piñas cubiertas, zanahorias, tunas y otras frutas que halagaban la vista”, es probable que de allí haya surgido la mexicanísima forma de las piñatas.
El simbolismo que existe detrás de las piñatas también es variado, hay quien sostiene que cada uno de los picos representa uno de los siete pecados capitales, los cuales deben ser vencidos por medio de la fe y al quebrar la piñata se obtienen dulces y frutas como símbolo de la recompensa divina.
El contenido de una piñata suele ser frutas de temporada como cacahuates, jícamas, naranjas, limas, tejocotes, cañas y dulces. Hacer una piñata no es cosa fácil, existen pueblos de alfareros que se dedican exclusivamente a hacer ollas con ese fin, la técnica de elaboración de piñatas se hereda de generación en generación.
La piñata es una tradición que a lo largo del tiempo se ha vuelto mexicana y se ha mantenido a través de los años, así que para estas fechas no nos queda más que gritar: “Dale, dale, dale no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino”.