Viernes, 25 de Enero de 2013 09:49 Alejandro Leyva AguilarAlejandro Leyva Aguilar
Yo no sé qué haya pasado entre ellos, pero los rumores son fuertes en el sentido de que dos de Secretarios de estado, casi se agarran a moquetazos en plena reunión de gabinete y frente al mandatario estatal.
Uno, controla (al menos en el papel), la política interna del estado y el otro la lana; el primero ya fue gobernador interino de Oaxaca aunque es jalisciense, el otro es incondicional del ex gobernador Diódoro Carrasco que es el que a ultranza, quiere seguir mangoneando el dinero del erario oaxaqueño.
Los modales de la alta alcurnia diodorista, fueron pisoteados por los dos secretarios que se dijeron cosas indecibles en las interminables reuniones de la real socialité oaxaqueña en las que se acostumbra el glamour y la decencia.
Algo pasa dentro del gobierno y grave, porque debiera haber una comunión casi eclesiástica entre quien atiende los problemas políticos del estado y quien debe financiar los acuerdos y si entre ellos no existe ya no digamos comunión, sino comunicación, pues las cosas no van a funcionar.
Por eso vemos que la liebre brinca por todos lados. San Juan Copala está apostado en el Palacio de Gobierno (demagógicamente llamado Casa del Pueblo), la Suprema Corte le da un revés al gobierno de Oaxaca en casos como Magdalena Apazco, Amoltepec o Chimalapas, hay violencia por todos lados y en muchos municipios del estado, los secuestros van en aumento, etc.
Y por si fuera poco, los profesores estrangulan al Congreso local para tratar de imponer un “plan para la transformación de la educación en Oaxaca” hecho a modo para los mentores de tal forma, que puedan seguir peleando prerrogativas por 3 mil millones de pesos.
Parece que no hay control del ejecutivo en varios temas de la agenda política de Oaxaca y eso sucede porque no hay ni comunicación ni comunión entre quienes deberían ponerse de acuerdo para abatir los rezagos que hay en el estado.
Por más buena voluntad e intención que tenga el gobernador de Oaxaca, no es posible que atienda los problemas más apremiantes, si quienes deberían de ayudarlo, casi se agarran a golpes y frente a él, importándoles un cacahuate la investidura gubernamental.
Los oaxaqueños creímos que con la llegada de gabino cué –así, con minúsculas- las cosas iban a cambiar para bien en Oaxaca pero resultó contraproducente y no porque gabino sea una mala persona o un mal gobernante (sus números en la capital de Oaxaca dicen otra cosa), sino porque quedó demostrado en solo dos años, que una alianza electorera, nunca podrá ser una buena alianza en gobierno.
Si gabino fue un excelente presidente municipal de la ciudad de Oaxaca, se debió a que llegó a la alcaldía SIN COMPROMISOS POLÍTICOS más que con Convergencia, de hecho, ese partido, le debe la permanencia de su registro al actual gobernador.
El problema ahora, es que los intereses son tantos y tan diversos, que el mandatario oaxaqueño está maniatado, y de victimario del PRI, se convirtió en víctima de su propia ambición. Los cuervos que alimentó y crió como la Sección 22, el FPR, la APPO y demás, hoy le están sacando los ojos.
Ojo entonces con las alianzas. No hay una sola historia de éxito en ninguno de los Ayuntamientos controlados por la Alianza PAN-PRD-PC-PT y en este 2013, quieren repetir la dosis, aunque los oaxaqueños pasaron de la esperanza, a la desilusión con los pírricos resultados de este “gobierno del cambio”.