Oaxaca de Juárez, 8 de diciembre. El Premio Nobel Mario Molina ha expuesto en más de una ocasión que los costos del cambio climático representan alrededor del dos por ciento del Producto Interno Bruto global, anual, lo cual le resulta “barato” a la humanidad a diferencia de no tomar acción alguna.
Los costos económicos de los desastres naturales que generarían el cambio climático se desconocen en el largo plazo, señaló Alejandro Guevara Sanginés, especialista en temas de economía del medio ambiente de la Universidad Iberoamericana. No obstante, en el corto plazo ya se pueden prever: contracción en la actividad productiva, afectación en la balanza comercial, deterioro del balance fiscal e incremento de los niveles de pobreza.
“Aunque no hay certeza total, la mayor parte de la evidencia empírica apunta a que los desastres naturales minan la capacidad de crecimiento de una nación, por lo tanto, es importante analizar si todo el país crece más o menos que antes del desastre natural”, refirió en el marco de la presentación de su estudio “Cambio climático, desastres naturales y sus efectos macroeconómicos”.
El vicerrector Académico de la Ibero Ciudad de México enfatizó que se deben identificar cómo se distribuyen los impactos al interior de la población, puesto que los desastres naturales provocan una disminución mayor del índice del desarrollo humano en los municipios menos desarrollados.
Durante el foro “19 Septiembre. Experiencias y valores aprendidos. Plataforma para una nueva cultura socio-ambiental”, enfatizó que es indispensable concebir a los desastres naturales como un fenómeno que destruye el capital total (físico, humano, social, natural), pero además exacerba los problemas de pobreza y desigualdad.
“Los desastres naturales incrementan la desigualdad social, porque afectan a los grupos más vulnerables. Países ricos y pobres quizá tengan la misma probabilidad de sufrir desastres, pero las afectaciones por un mismo desastre son relativamente mucho mayores en aquellos donde la gente es más pobre”.
CAPITAL SOCIAL. El académico explicó que los mayores costos económicos por desastres naturales se presentan en países desarrollados, ya que en éstos hay una gran cantidad de riqueza acumulada, y por lo tanto un mismo evento causa más daño en términos absolutos. Por ejemplo, en 2008 los desastres naturales dejaron en Estados Unidos pérdidas por 57 mil 290 millones de dólares; y en México fueron sólo de 75 millones de dólares.
Sin embargo, en un país desarrollado, como Alemania, un desastre natural que tuvo efectos devastadores en la caída del capital también propicia una enorme inversión para recuperarse. “De tal suerte que a largo plazo incluso van por arriba de la trayectoria de crecimiento económico. Eso ocurre en países con una gran acumulación de conocimiento, de capital y de capital social”.
En la otra cara de la moneda, en países pequeños y no desarrollados, como los de Centroamérica, hay más personas afectadas por los desastres naturales y con ello los daños son considerablemente mayores. “¿Qué quiere decir esto?, que un daño en este tipo de naciones puede ser totalmente desastroso porque tienen menor capacidad de resiliencia, es decir, de regresar a su estado original antes de la perturbación”.
El especialista refirió que hay países donde un desastre natural puede significar impactos macroeconómicos de largo plazo que los sitúen en una senda de crecimiento mucho menor. “Si eran países pobres, probablemente un desastre natural signifique una tragedia en términos no sólo presentes, sino en términos de las siguientes generaciones, y eso implica que a futuro van a tener una base menor que la trayectoria económica en la que estaban”.
Alejandro Guevara destacó que debido al capital social y de las políticas de prevención, ha habido una tendencia decreciente en términos de pérdidas de vidas humanas debido a desastres naturales, aunque no en la riqueza que se pierde. “Lo ideal sería que se tuviera suficiente ciencia, suficiente política pública, suficiente capital social, para que ambas fueran decrecientes”.


