Oaxaca de Juárez, 25 de septiembre. Carlos Samuel Jiménez, tiene 40 años, es divorciado, tiene dos hijos, mellizos, hombre y mujer que están en la adolescencia –etapa difícil y la de mayor atención, dice–, y sin embargo está imposibilitado para cuidarlos tanto como él quisiera. ¿La causa? Mide 1.60 metros y pesa 150 kilogramos.
Recuerda que desde niño tuvo problemas de sobrepeso: “Tenía como siete años, en la década de los 80, y salió una campaña en la televisión contra el desperdicio del agua. Era un niño que decía: “Amanda, ¡ciérrale!”.
Así fue como surgió su primer sobrenombre. Le decían “El Amanda”, “El ciérrale”, y todos los que se puedan imaginar: “Gordo”, “Mantecoso”, “Bola de grasa”, “Porky”.
En aquellos años, revela, lo marcó la falta de protección de su madre; “yo veía cómo otras mamás defendían a sus hijos de apodos que les ponían los amigos, y exigía respeto y que los llamaran por su nombre….mi mamá no fue de ésas”.
Al contrario, agrega, en su casa era la primera en agredirlo: “Ya deja de comer, te estás poniendo como un marrano”. “Ya no cabes en la ropa… ¡pinche gordo!, mírate cómo estás, te vas a acabar la comida, deja algo para los demás….”
Así como te lo cuento. En las noches me ponía a llorar abrazado a mi almohada, sólo tenía siete años y ya me preguntaba: “¿por qué mi mamá no me quiere?, ¿por qué no me defiende?, ¿por qué le gusta hacerme sentir mal?. Nunca entendió por qué fue así su madre.
Respecto a su papá, Carlos Samuel señala que poco podía hacer, porque apenas decía “déjalo mujer, no le digas esas cosas…”, y con un grito de “¡tú qué te metes!” de la señora, el hombre se callaba, hasta que aprendió a convertirse en una tumba.
Poco a poco y casi sin darse cuenta, refiere Samuel, fue ganando peso hasta convertirse en un hombre incapaz de poder trabajar, pues pesa tanto que le resulta imposible avanzar más de media cuadra sin sofocarse. “Mi único aliciente para seguir viviendo son mis hijos, pero ni a ellos los puedo cuidar, están en la etapa de querer salir con los amigos, las amigas, los noviecitos, y no puedo ir a cuidarlos”. Sus propios hijos, Karla y Samuel, le han pedido a Carlos Samuel que no los acompañe, porque les da pena que sus amigos vean lo gordo que está. “Lo mismo que pasó con mi ex esposa está sucediendo con mis hijos y tengo miedo de perderlos, porque ellos son quienes me mantienen vivo”.
Como Carlos Samuel, hay muchas historias de personas con obesidad severa que podrían someterse a una cirugía bariatrica por vía laparoscópica, como las que se realizan en el hospital Manuel Gea González.
En entrevista con Crónica, la doctora Sujey Romero Álvarez, jefa de la División de Cirugía General y Endoscopía de dicho nosocomio, dependiente de SSA, resaltó que el Gea González, es un hospital que se coloca a la vanguardia en tecnología al contar con un robot denominado “Da Vinci”, de fabricación norteamericana, cuyo costo osciló los 2.8 millones de dólares.
En la actualidad, resaltó, éste es uno de los hospitales en la Ciudad de México en donde se realiza cirugía robótica para obesidad y desde hace tres meses, estamos realizando cirugía robótica bariátrica. Y la ventaja que ofrece es que al estar robotizado, la cirugía no es invasiva, y los trazos de los doctores son más exactos, sin el temblor natural que en algunas ocasiones se llega a registrar y nos permite hacer cirugías perfectas.
Una más de las ventajas que se obtienen con este tipo de intervenciones, y que sin duda alguna es la más relevante, dijo la especialista, es que en el 90 de los casos con diabetes se curan de esta enfermedad; esto es algo que ya tenemos comprobado.
Lo anterior, aunado al hecho de que el dolor en el paciente se reduce considerablemente, la recuperación es más rápida, de hecho al siguiente día de la intervención se puede ir a su casa, añade la especialista.
En tres meses que tenemos de operar el Da Vinci para cirugía bariatrica robótica, se han realizado 12 intervenciones, aunque el robot se adquirió en 2013 y se comenzó a utilizar en otro tipo de intervenciones.
Otra de las ventajas, abundó Romero Álvarez, es que a diferencia de otros países no se utilizan seis u ocho pinzas por operación, sino sólo tres (cada una puede utilizarse sólo 10 veces, ya que tienen un chip que el robot reconoce y no se pueden usar más veces, ya que el robot deja de funcionar) lo que permite reducir costos.
Al respecto, Angélica Balderas, especialista clínico en cirugía robótica, precisó que mientras una cirugía bariátrica en Estados Unidos, gasta cuatro mil dólares en México el costo es de la mitad.
Esta reducción de costos, subrayó Romero Álvarez permitirá una mayor atención de pacientes por mes derivada de las modificaciones que hizo el Senado a la Ley General de Salud, para que la dependencia en la materia contemple esta cirugía como una opción segura y efectiva para lograr una pérdida de peso sostenida en el paciente obeso.
“Con el robot, el número de operaciones bariátricas podrían triplicarse sin ningún problema, con menor cansancio, porque todo se controla desde la consola, lo cual es menos cansado, con mayor precisión y mayor seguridad para el paciente”, destacó.
La atención crecería exponencialmente, si se toma en cuenta que en la actualidad sólo se realizan intervenciones los martes; es decir, cuatro al mes, “pero te puedo decir que yo podría realizar tres operaciones al día, porque con el robot ya no es tan cansado, es más preciso, menos arriesgado y más rápido”.
En este momento, la selección de los pacientes se hace, en ocasiones, con base en su peso, que sean los más obesos. “Tuvimos un caso de un paciente que había que quitarle una banda gástrica que se puso hace 15 años y hacerle el by pass que tenía un IMC de 50. Se trata de pacientes que ya fueron remitidos de otros hospitales y que son casos más complejos. Como del IMSS que no tiene un sistema como el nuestro, con una Clínica de Obesidad y que haga cirugía bariátrica, por ejemplo.
Te puedo adelantar que hemos atendido casos de personas de la tercera edad, aunque la Norma Oficial Mexicana (NOM), indica que las operaciones son a personas hasta los 55 años, pero lo cierto es que la población está viviendo más años, de tal modo que hemos operado a 30 personas de 60 años con sobrepesos impresionantes, enviados por el Instituto Nacional de Rehabilitación, porque al tener problemas de rodillas por el sobrepeso, no les quieren cambiar las prótesis hasta que bajen de peso y es así como les estamos cambiando la vida a adultos mayores obesos, y están felices porque vuelven a ser independientes.