Oaxaca de Juárez, 26 de agosto
MILENIO LA HISTORIA EN BREVE CIRO GÓMEZ LEYVAEs falso que los secuestros estén disminuyendo en México, increparon a un tiempo Alto al Secuestro y el Observatorio Nacional Ciudadano.
Ambas organizaciones habían objetado ya por ese motivo al gobierno del presidente Peña Nieto. Pero las declaraciones el fin de semana del coordinador nacional antisecuestro, Renato Sales, derramaron el vaso.
Sales, sin embargo, solo sumó y restó los números actualizados que el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) divulgó días antes. Y en esa base de datos, en efecto, los secuestros en las 32 entidades reflejan una caída de 13 por ciento entre junio y julio y 7 por ciento respecto del periodo enero-julio de 2013.
El problema, detectó Alto al Secuestro, es que ese indicador no incluye las denuncias ante el Ministerio Público federal. La crisis de Valle de Bravo es un ejemplo redondo: las víctimas optan por no denunciar en el Estado de México y los gobiernos locales contestan que, como no hay denuncias, no hay secuestros. Y como las denuncias se presentan en una instancia federal, ¡el índice del SNSP no las registra!
“Por eso afirmamos categóricamente que en lo que va del año, los secuestros han aumentado 50 por ciento”, me dijo Isabel Miranda de Wallace, presidenta de Alto al Secuestro. “Por eso afirmo que con las cifras que el año pasado se reconoció que aumentaban los secuestros, hoy decimos que están bajando”, me dijo Sales.
¿Entonces? ¿Hay más o menos secuestros en México? Sin un índice completo del SNSP será difícil aceptar que la incidencia de ese gravísimo delito se mueve a la baja.
EXCÉLSIOR RAZONES JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZLa consulta propuesta por el PRI para reducir diputados y senadores plurinominales no prosperará por la sencilla razón de que se estaría consultando cambios constitucionales y no será permitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al igual que la propuesta por el PRD sobre la Reforma Energética y la panista sobre el salario mínimo, ya que, entre otras cosas, ambas intervienen en temas presupuestales y fiscales. En ese sentido se puede entender la intención de colocar el tema sobre la mesa, aunque es un capítulo que no se tendría que olvidar tan fácilmente.
Se ha insistido muchas veces, incluso se hizo una muy intensa campaña en ese sentido, sobre la necesidad de eliminar a todos los plurinominales. Suena bien. Se dice que no tienen relación directa con sus electores y, por ende, no pueden ser castigados por el voto popular, etcétera. En realidad es un error pensarlo así: en los plurinominales recae el verdadero trabajo en el Congreso y, si bien hay algunos que pudieran parecer (y son) impresentables, lo cierto es que la mayoría de ellos suelen ser especialistas u operadores políticos con experiencia en temas donde muchos de los diputados de mayoría, uninominales, tienen poco o nada que aportar. Querer eliminar a todos de un plumazo es querer emular el sistema estadunidense, que en ese sentido no se replica en ninguna otra democracia del mundo, donde sólo hay dos partidos, y el que gana se lleva el distrito. Como esa, hay muchas otras peculiaridades en la democracia estadunidense que no pueden ser importadas, como el colegio electoral o el hecho de que precisamente por su sistema, y como ha ocurrido, el candidato o el partido que gane una elección no necesariamente se queda con la Presidencia o la mayoría de los puestos de elección popular.
La mayoría de las democracias tienen congresos de repartición proporcional, incluso muchas más que las que tienen sólo legisladores de mayoría directa. Se dice que los primeros no tienen responsabilidad directa con sus electores, y en parte es verdad, pero en un sistema sin reelección como el que tenemos nosotros (hasta que entre en vigor la reforma) tampoco esa relación es con el elector: tanto en pluris como en los de mayoría, se da a través del partido que los nomina.
No estaría mal una reducción de plurinominales en la Cámara de Diputados si se consiguen fórmulas que permitan mantener la representatividad de las minorías. Hay gente que preferiría pocos partidos y menos opciones, pero se equivocan. Si ya de por sí vivimos en una suerte de partidocracia, reducir su número sólo aumentaría su poder, quitaría opciones y disminuiría la posibilidad de representar minorías, no sólo políticas, sino también sociales.
En cambio, sí sería de obvia necesidad quitar los plurinominales del Senado, porque esa lista viola el sentido mismo del pacto federal. El Senado se debe integrar por un número equitativo de representantes de todas y cada una de las entidades federativas. Es aceptable que, como ahora, haya dos de mayoría y uno de minoría, pero la lista de 32 plurinominales distribuida proporcionalmente entre partidos rompe ese equilibrio, y el hecho es que tenemos estados sobrerrepresentados en el Congreso, que tienen cuatro y hasta cinco senadores, y otros que sólo cuentan con tres, con el agravante de que en esas listas se pueden inscribir candidatos que originalmente perdieron la elección en sus estados (no fueron ni mayoría ni primera minoría), lo que resulta una agresión a esos electores. El caso de Manuel Bartlett es uno de ellos. Por ejemplo: quedó tercero en Puebla, pero de todas formas se ganó un escaño por la vía plurinominal en el Senado.
Si se quiere mantener más pluralidad en el Senado, se tendrán que ensayar otras fórmulas, pero no se puede ni debe seguir violando el pacto federal. Recordemos que los diputados representan, en el equilibrio ideal del sistema, a la ciudadanía, y el Senado a la Federación, a los estados que la componen. Eso no debería romperse con plurinominales o sin ellos, con congresos de 500 o 400 diputados y de 128 o 96 senadores.
El tema es, para la ciencia política, apasionante, pero, por lo pronto, no sería viable llevarlo a una consulta popular. Tampoco creo que ese sea el instrumento idóneo para decir sobre la conformación del Congreso, la producción petrolera del país o los aumentos salariales.
Padres e Hijos
La captura en Culiacán del hijo de Juan José El Azul Esparragoza debe tener una lectura particular. Hace años que se sabe dónde vive, estudia y trabaja la familia de ese narcotraficante al que la misma familia dio por muerto hace unas semanas. Nunca habían sido molestados. Ahora un hijo es detenido por lavado de dinero de actividades relacionadas con su padre. ¿Cuál es el objetivo, detener al hijo o resucitar al padre?
LA JORNADA ASTILLERO JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZEn medio de la gran victoria mafiosa que ha alcanzado el peñismo al imponer casi sin oposición real sus controvertidas reformas estructurales, resalta el poco tacto político (a menos que sea una directriz oficial) con el que se está tratando a ese partido. Martí Batres, presidente del comité nacional de Morena, denunció ayer hostigamiento hacia militantes de esa organización, en una oleada que hace recordar la embestida del salinismo contra el Partido de la Revolución Democrática en sus primeros años. Batres recordó que en Chiapas fue detenido el secretario estatal de organización, Nemesio Hernández, acompañante de luchas campesinas y, aunque luego fue liberado, se le mantiene bajo proceso. En Quintana Roo también han recibido cárcel dos dirigentes municipales que participan en manifestaciones relacionadas con demandas de agua.
Destaca lo acontecido el pasado domingo en la comunidad de San Juan Atezcapan, en Valle de Bravo, estado de México, donde, según reporte de Israel Dávila en La Jornada, ‘‘la camioneta de López Obrador fue detenida en un retén del Ejército Mexicano y sujeta a revisión’’. No es la primera vez que acontece un cateo así, y es evidente que el carácter insólitamente itinerante del tabasqueño lo coloca en situación de sufrir los incidentes que de manera cotidiana padecen quienes viajan por caminos y carreteras nacionales. Pero sería terrible que por falta de coordinación entre mandos civiles y militares (que conocen al dedillo los movimientos de AMLO) o porque así se buscara o permitiera, pudiera producirse algún incidente provocado justamente para pretender nuevas oleadas de descalificación o satanización contra el dos veces candidato presidencial. Revisar el vehículo en el que se transporta López Obrador y los de sus acompañantes podría tener como desenlace sembrado, tal como le ha sucedido a muchos mexicanos, el ‘‘hallazgo’’ de sustancias estupefacientes o algún otro tipo de objetos presuntamente constitutivos de hechos delictivos. ¿Los servicios de inteligencia del peñismo creen necesario indagar en las vestiduras y el motor del vehículo que usa ese dirigente para ver si encuentran allí algún indicio de infracción que pueda servir para someterlo a proceso?
Incidente o plan de provocación federal, lo cierto es que López Obrador endureció su discurso horas después, cuando escribió en su página de Facebook que ‘‘Peña debería renunciar a la Presidencia antes del primero de diciembre. Por su ignorancia o mala fe está dañando gravemente al país’’. Acompañando esa publicación internética con una fotografía en la que posan Carlos Salinas de Gortari y el ex gobernador del estado de México, el tabasqueño fundamentó la súbita demanda de que Peña Nieto deje el cargo dentro de poco más de tres meses: ‘‘Los hechos demuestran que la economía permanece estancada, agobia el desempleo, prevalece la violencia y el gobierno se ha corrompido por completo. Lo peor de todo es que con las reformas impuestas en materia fiscal y energética, se corre el riesgo de una mayor degradación de la vida pública en su conjunto y de un estallido social. En razón de lo anterior y por el bien de todas y todos los mexicanos, la renuncia de EPN, antes del primero de diciembre, permitiría, como establece la Constitución, convocar a nuevas elecciones y enfrentar, por la vía pacífica y democrática, la ingobernabilidad y la crisis de México.
Al momento de cerrar esta columna no se conocía algún plan detallado de lucha al que López Obrador estuviese convocando para dar fuerza y densidad al descomunal llamamiento a Peña Nieto para que deje el poder en menos de cien días, declinación que, es de suponerse, el mexiquense no estaría dispuesto a obsequiar solamente a partir de una emisión feisbuquera (ni él, ni el conjunto de factores de poder que confluyen en torno a él, incluso generando la impresión de que son los que realmente deciden y gobiernan, y mucho menos las fuerzas trasnacionales que van tomando posesión de la riqueza energética mexicana y que de ninguna manera permitirían un cambio de timón que les afectara, así fuera en cuotas mínimas).
Ese endurecimiento de posiciones es preocupante en las condiciones actuales. Peña Nieto debe desechar la tendencia cesarista que parece encantarle y le es alentada por su socialmente insensible círculo cercano. La batalla reformista ganada de manera arrasadora gracias a la colaboración de los dos partidos presuntamente opositores y al desmoronamiento operativo de la opción lopezobradorista (concentrada en lo electoral, es decir, en el proyecto de Morena) no significa de manera automática que Los Pinos tenga carta abierta para continuar con un proyecto de exterminio político de la oposición subsistente. Ni siquiera aunque a esa cúpula federal le parezca alcanzable la perspectiva de apabullamiento económico en 2015 (la etapa superior del monexismo-sorianismo) para alcanzar una mayoría más amplia en la Cámara de Diputados y manejar las elecciones de gobernadores con criterios tianguistas, repartiendo algo a los marchantes opositores pactados, PAN y PRD.
Tampoco ayuda a la izquierda electoral morena el exhorto a tareas mayores (la renuncia del ocupante de Los Pinos en un plazo de menos de cien días) si ello proviene solamente de una respuesta a una provocación o de un deseo personal sin fuerza ni organización sociales suficientes. Y, mientras Cuauhtémoc Gutiérrez queda listo para seguir trabajando en favor del PRI en el Distrito Federal, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero