Oaxaca de Juárez, 1 de octubre. Conciencia
El Partido Acción Nacional (PAN) es una de esas organizaciones a las que el poder ha hecho daño. En el año 2000 dio el campanazo con Vicente Fox; ganó la competencia y llegó a Los Pinos. En 2006 Fox pasó la estafeta a Felipe Calderón Hinojosa y entre los dos se hizo una pésima administración. El blanquiazul, tan viejo como el PRI, creó conflictos internos que lo fraccionaron en dos grandes corrientes que se fortalecieron con el tiempo.
La explicación del declive del PAN quizá esté en que sus militantes no están fogueados en la guerra política. Las posiciones que ha tenido no han sido producto del esfuerzo, de la lucha, han sido regalos otorgados por el PRI que estando en el poder los brindó a cambio de compromisos conocidos por todos, a partir del salinato. Las artimañas con que llegaron a los gobiernos de Baja California, de Chihuahua, Guanajuato y Puebla no han quedado en el olvido, y menos los escándalos en los que se han visto involucrados los flamantes panistas en los últimos meses.
El PAN está sentenciado a ser arrollado en las elecciones del año entrante. A perder la mayor parte de curules que hoy tiene, lo cual tendrá bien merecido. Para estar en el poder hay que trabajar y cumplir y los gobiernos de Fox y de Felipe Calderón no fueron, no son la panacea.
En medio del declive, Gustavo Madero Muñoz deja la dirigencia de Acción Nacional para buscar la diputación plurinominal en las elecciones del 2015, en su lugar queda Ricardo Anaya Cortés.
La carrera de Madero al frente del PAN ha sido muy cuestionada. Los conflictos internos han mermado la fuerza del blanquiazul y con ello, las posibilidades de recuperar estados como Querétaro, Nuevo León y San Luis Potosí, a pesar de que afirma a capa y espada tener posibilidades.
Más que una licencia al cargo, pareciera que el chihuahuense ha buscado una salida política del partido, sin embargo, la diputación plurinominal -en caso de ganar-, no le vendría nada mal, pues vendría a infundirle aliento de vida en el ámbito político por tres largos años.
Hoy, Ricardo Anaya se enfrenta al que pudiera ser su mayor reto: enderezar el timón del Partido Acción Nacional. El joven queretano enfrenta una difícil tarea, sin embargo, ha mostrado sus dotes políticos estando al frente de la Cámara de Diputados como Presidente. La prudencia, la concertación y el diálogo lo han acompañado durante estos años y es por eso que hoy ha asumido el cargo como presidente interino.
Ahora, habrá que esperar a que la militancia lo deje trabajar durante este periodo, pues de ello dependerá que se renueve o muera el partido que le arrebató la Presidencia de la República al Revolucionario Institucional.