Oaxaca de Juárez, 25 de octubre. Es obligado en estas fechas hablar de lo que la Organización de las Naciones Unidas representa para el mundo y lo útil (o inútil) que ésta es. Como cada 24 de octubre conmemoramos que esta organización busca la integración entre las naciones y el entendimiento de las culturas mediante distintos mecanismos que buscan representar a más de 190 países.
Las Naciones Unidas se han quedado en un rezago del que no quieren salir perpetuando un sistema inexistente. Hoy por hoy, los países dejan de tener importancia frente a los organismos regionales que buscan integrarse cada vez más dejando de lado el poder que representaban los Estados. Sin embargo, esta organización no deja de ser la única que ha logrado mantener (en ocasiones con mayores dificultades) la paz durante 69 años.
No me aparto de la posibilidad de que lo plantea la Kant en su libro de “La Paz Perpetua” no sea posible y que nunca lleguemos a estar en completa armonía entre las naciones. Sin embargo, las instituciones que promuevan y procuren la paz son una realidad que tratan de cumplir con la titánica tarea de promover la paz.
Consciente estoy que los intereses de los países más poderosos así como la falta de recursos para mitigar males como el hambre y la pobreza han sido factores que han opacado el actuar de las Naciones Unidas. No obstante, creo que es importante voltear y ver que los intentos de crear una organización supranacional que “velara” por la paz en el mundo, fueron francos fracasos.
No pienso, que la armonía y la paz hayan llegado al escenario internacional como una idea maximizada del contrato social y tampoco me aparto de la realidad que aqueja al mundo hoy en día. A pesar de ello, si pienso que no podríamos entender la realidad contemporánea sin la “autoridad” que de alguna manera ejercen las Naciones Unidas junto con sus distintos organismos.
Así pues, pienso que aún es largo el camino por recorrer y que seguramente, siendo el ser humano tan conflictivo, nunca lleguemos a una paz completa. Aun así, pienso que hemos tenido una paz más duradera de la que nuestros abuelos o bisabuelos gozaron y en gran parte se debe a las acciones (u omisiones) de la Organización de las Naciones Unidas.