Oaxaca de Juárez, 29 de abril. Llegó el día del debate entre candidatos que quieren la silla de Gabino Cué. Será un ejercicio más, ya que por ley se tienen que realizar dos. ¿Habrá algún ganador? Debido a que son 7 los que compiten el formato impedirá que haya un intercambio real de ideas. Cuando le toque contestar al número 4, ya se olvidó la pregunta del 1. La periodista Adriana Pérez Cañedo será la moderadora, por cierto llegó ayer a Oaxaca. Al parecer no le fue muy bien en Veracruz, pero ella solo hace su trabajo. No hay carga política y eso es lo importante, tampoco se equivoca y no tartamudea como en una experiencia pasada de otra moderadora cuyo papel fue muy ´¿criticado y hasta sorna causó. Pero, ¿qué tanto influye esta práctica en el electorado?
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Después de cinco años, Gabino Cué luce contento. Nunca disfrutó gobernar Oaxaca y ahora que es líder en la Conago, pues tal parece que le dio un segundo aire, lástima que fue muy atrasado. Se la pasa viajando representando a los gobernadores y tiene más cercanía con el presidente Enrique Peña Nieto.
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El ayuntamiento de Santa Lucía del Camino clausuró esta mañana la MacroPlaza, colocó sello y cinta para que nadie pueda ingresar a las negociaciones. Las autoridades argumentaron que no se ha cubierto el pago de Continuidad de Operaciones y otros impuestos, por ello, decidieron aplicar el reglamento al respecto. En los sellos se especifica la violación a los artículos de las reglas municipales.
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¿Cuáles son las estrategias para ganar un debate de campaña por televisión?
En verdad, es mucho más fácil perder un debate que ganarlo, y es difícil en muchos de los debates que resulte un ganador claro y absoluto. Sin embargo, cincuenta años de historia del debate en todo el mundo, nos han dejado un legado de lecciones, tanto positivas como negativas. Revisemos los diez consejos más importantes para lograr el éxito en un debate de campaña.
PRIMERA LECCIÓN: la participación voluntaria.
Es notable cómo muchos candidatos odian, aborrecen la idea de los debates. Por una parte, esto es comprensible. Los debates son arriesgados. No se puede controlar. Son observados y criticados por el público general, y generan amplia cobertura de medios.
Pero además de ofrecer los riesgos, los debates ofrecen la posibilidad de grandes recompensas. Ofrecen una oportunidad para que los candidatos se retraten ante los votantes de una manera positiva, la comparación con sus rivales, y para mostrar no sólo sus ideas políticas, sino también su humanidad.
Los candidatos que opten por no participar en los debates lo hacen bajo su propio riesgo. Aunque una estrategia de no-debate rara vez tiene éxito, hay excepciones, como el candidato presidencial paraguayo Fernando Lugo, quien en 2008 canceló su aparición en un debate programado con una antelación sólo una hora. En lugar de Lugo, los espectadores vieron una silla vacía y oyeron al moderador criticar al candidato que faltaba. Sin embargo, Lugo ganó las elecciones.
Más típicos son los candidatos estadounidenses como John McCain quien trató de suspender su primer debate con Barack Obama en 2008, citando la crisis económica del país como razón para no asistir. Obama respondió diciendo que iba a aparecer en el escenario del debate como estaba previsto, sin dejar alternativa McCain. En última instancia fue. Sin embargo, la propuesta de McCain dejó que el público creyera que él tenía miedo de reunirse con Obama, y que la crisis económica era sólo un pretexto para tratar de evitar el debate.
SEGUNDA LECCIÓN: preparación.
La preparación es un requisito clave para los candidatos que debaten. Antes de los grandes debates electorales, los participantes suelen participar en ensayos exhaustivos, como los actores antes de la apertura de una obra de teatro. En los Estados Unidos, por ejemplo, los ensayos reproducin las condiciones reales del debate: Con cámaras, luces, atriles, los opositores se burlan, moderadores, vestuario, maquillaje, etcétera. Los candidatos trabajan para superarse en todos los sentidos: la entonación vocal, lenguaje corporal, expresiones faciales, gestos, todo. En cada caso, el objetivo es la familiarización, haciendo que el candidato se sienta tan cómodo como sea posible antes del evento.
Un ejemplo interesante de la preparación de candidatos surgió en el debate vice presidencial en EE.UU.: Joe Biden vs Sarah Palin en 2008. Al comienzo del debate, los dos participantes aparecieron en el escenario para darse la mano. Palin le pidió a su oponente, “¿Te puedo llamar Joe?” Muchos espectadores interpretaron esto como un golpe de efecto para que Biden quedara fuera de juego nada más empezar el debate. Más tarde se reveló que Palin presentó la solicitud por una razón más práctica. Durante sus ensayos había confundido los nombres de “Obama” y “Biden” por error. Se refería a su oponente como “O’Biden”. Llamarlo “Joe” era una manera de asegurarse de que no iba a repetir este error delante de decenas de millones de televidentes durante la transmisión en vivo.
La preparación de un debate no produce milagros, pero da a los candidatos una idea de lo que pueden esperar cuando se encuentren a sus oponentes en el escenario. Los polemistas que no se preparan, o que no tienen preparación para el debate en serio, se colocan en una desventaja competitiva enorme.
TERCERA LECCIÓN: Aprovechamiento de sus oportunidades.
Los participantes en un debate televisivo en directo tienen que aprovechar cada oportunidad que se presenta. Cuando los candidatos triunfan, el resultado es un “momento de oro” para el público que los medios de comunicación saborean. Es interesante observar que muchos de los famosos “momentos de oro” de los debates de televisión han sido algo planeado de antemano.
En los debates de América, una de los momentos más famosos se produjo en el debate vice-presidencial de 1988, cuando el candidato republicano Dan Quayle comparó su experiencia con la de John F. Kennedy. El oponente de Quayle, el senador de Texas Lloyd Bentsen, respondió que él había conocido personalmente a Kennedy, que Kennedy había sido un amigo suyo, y que Quayle no era Kennedy. Sonó tan espontáneo y natural, que este desaire se emitió una y otra vez durante la cobertura. Incluso hoy en día sigue siendo uno de los “intercambios” más famosos de la política moderna estadounidense.
La realidad es que la respuesta Bentsen no fue tan espontánea como sonaba. En un mitin de campaña varias semanas antes del debate, Dan Quayle hizo la misma comparación entre él y el presidente Kennedy.
En la audiencia había representantes de la oposición que tomaron nota de la observación y se la pasaron a Bentsen como parte de su preparación para el debate.Cuando le tocó hacer su ataque en el escenario, Bentsen sí aprovechó la oportunidad que presentaba Quayle.
CUARTA LECCIÓN: Actitud hacia el oponente.
Uno de los retos más complicados para cualquier debatiente o polemista es encontrar el enfoque correcto hacia el oponente. El debatiente debe alcanzar un equilibrio adecuado entre la agresión y la cortesía. Una actitud agresiva es deseable, pero los candidatos deben ser agresivos de una manera adecuada. Los polemistas estadounidenses a menudo han tenido dificultades para hacer esto, pero en España los formatos han promovido un mayor grado de compromiso entre los participantes del debate.
Está claro que los candidatos en un debate que no están de acuerdo unos con otros. Pero el objetivo de un polemista debe ser el de mantener un tono respetuoso al tiempo que destaca las diferencias con el contrario. Los debatientes no deben atacarse unos a otros personalmente, deben atacar las ideas del otro. La agresión extrema es algo que al público no le gusta, sobre todo a nivel personal.
La actitud de respeto hacia el adversario se extiende hacia la categoría de la comunicación no verbal. En el primer debate presidencial de EE.UU. de 2008, John McCain no hizo contacto visual con Barack Obama durante los noventa minutos del programa. Muchos de los asistentes interpretaron esto como mala educación. Algo similar ocurrió en 1993, en los debates presidenciales de España, cuando Felipe González prefirió abordar al moderador y no a su oponente, José María Aznar. Para el público, estos momentos involuntarios pueden ser muy clarificador, porque revelan información acerca de los políticos que los políticos no tienen la intención de mostrar.
QUINTA LECCIÓN: actitud hacia los interrogadores.
Los candidatos también deben mostrar una actitud positiva hacia la persona o personas que hacen preguntas durante el debate. En 2006, el candidato presidencial Ollanta Humala de Perú, llegó tarde a su debate con Alan García, al parecer porque los partidarios de García lo habían retenido fuera del museo, donde se celebraba el evento. Una vez que el debate comenzó con retraso, Humala tuvo una discusión con el moderador. Éste le solicitó la eliminación de una pequeña bandera peruana que Humala había colocado en su atril, en violación de las reglas de debate. Fue una pérdida de tiempo para la audiencia, pero Humala consiguió librar su debate de un comienzo muy negativo.
Uno de los errores más famosos en los debates se produjo en el debate de 1992, cuando el primer presidente George Bush fue “cazado” por la cámara mirando su reloj al tiempo que uno de los ciudadanos del público estaba haciendo una pregunta. El efecto de este gesto fue devastador. Daba la impresión de que Bush estaba ansioso por que el debate acabara y que no se preocupa por el público y sus preguntas. En los años transcurridos desde aquel incidente, los polemistas estadounidenses han tenido cuidado de no usar el reloj cuando están en el escena.
El punto es claro: lpolemistas deben escuchar con respeto a lo que se les está pidiendo. No debe enemistarse deliberadamente con sus interlocutores, ya sea verbal o no verbalmente.
SEXTA LECCIÓN: conectar con el público.
Los candidatos en un debate debe tratar de forjar una conexión emocional con la audiencia. Esto es algo fácil de lograr en el llamado “town hall”, en el que el público en directo, compuesto de ciudadanos, plantean las preguntas. Este formato ha sido popular en los EE.UU. durante los últimos veinte años. También se utilizó en el primer debate británico para Primer Ministro en 2010.
El maestro del formato “town hall” fue Bill Clinton, un político con un don para simpatizar con los votantes y sus preocupaciones. Durante el 1992, en el mismo programa en el que Bush miró el reloj, Clinton escuchó con atención a cada uno que pidió una pregunta. Las capturas de cámara establecen una conexión visual clara entre Clinton y los ciudadanos de la audiencia, lo que refuerza la idea de que se preocupaba por los votantes medios. En la elaboración de sus respuestas, Clinton respondió específicamente a lo que se le había pedido, comprometiendo incluso a los interrogadores en un poco de diálogo para asegurarse de que entiendía sus preocupaciones.
El objetivo de los polemistas es hablar directamente con el público(y la audiencia) en vivo, en la sala de debate si es que existe, pero lo más importante es la audiencia gigante de usuarios que los ven desde casa. Esto parece obvio, pero por desgracia muchos polemistas no dominan el arte de la comunicación interpersonal. Debatir no es como dar un discurso, es algo mucho más íntimo, que requiere un conjunto diferente de habilidades.
SÉPTIMA LECCIÓN: sentido del humor.
Los polemistas en los EE.UU. llegan a sus debates armados con un arsenal de chistes aprendidos de memoria. El problema es que la mayoría de los chistes no son muy graciosos. Después de todo, los políticos profesionales no son cómicos profesionales, aunque a veces piensan que lo son.
Sin embargo, un sentido del humor personal puede ser una enorme ventaja en un debate televisivo. En 1984 el presidente Ronald Reagan participó en dos debates. En el primer encuentro, actuó muy mal. Después del programa, la prensa sugirió que Reagan era demasiado viejo para continuar como presidente a sus 73 años. Reagan era el mayor de todos los presidentes de Estados Unidos. Durante el segundo de sus dos debates, Reagan puso fin a esta especulación con un muy recordado “momento de oro”.
Uno de los periodistas en el panel de Reagan preguntó si él tenía la energía para continuar sirviendo como presidente. Reagan respondió: ” Si, y además, no voy a explotar con fines políticos la juventud de mi oponente y su inexperiencia”, la broma provocó grandes risas de la audiencia y la reacción favorable en la prensa. Varias semanas después, el presidente Reagan fue reelegido. Incluso su rival, Walter Mondale, dijo que Reagan había ganado el debate con ciertas palabras simpáticas.
OCTAVA LECCIÓN: Comprender los debates como producciones televisivas.
Los candidatos que debaten no deben olvidar que la televisión presenta sus desafíos técnicos. Por ejemplo, todos los participantes deben esperar que las cámaras puedan mostrarles en cualquier momento. Bill Clinton lo comprendió: Ensayaba sus expresiones faciales específicamente para los momentos en que se le veía en la cámara escuchando pero no hablaba. La televisión tiene una tendencia a exagerar la conducta, por lo que los candidatos deben tener cuidado de no exagerar sus expresiones y gestos.
Cada debate tiene su propio formato. Es fundamental que los polemistas entiendan las reglas específicas del formato y las utilicen ventajosamente. También es fundamental para los polemistas darse cuenta de que la televisión es principalmente un medio teatral. Los candidatos que participan en los debates deben funcionar como primeros actores, y en segundo lugar como políticos.
NOVENA LECCIÓN: Esperar lo inesperado.
Los debates son en vivo y sin guión, y los candidatos y sus asesores nunca puede predecir lo que sucederá. Los votantes, los periodistas, las preguntas… este nivel de incertidumbre aumenta de forma significativa. La versión más reciente del debate centrado en el ciudadano es el formato llamado YouTube, en el que los votantes envían sus preguntas en forma de vídeos grabados. Este formato fue pionero en la región de América en los debates de las primarias presidenciales de 2008. Ese mismo año también lo vimos en los debates de los líderes del partido en Nueva Zelanda.
Las preguntas de vídeo puede venir de cualquier persona y pueden tocar cualquier tema. En los debates Republicanos vs Demócratas de Estados Unidos de 2008, por ejemplo, una pregunta sobre el cambio climático se le preguntó con un muñeco de nieve que hablaba. Le preguntaban qué pasaría con el pequeño hijo del muñeco de nieve si el calentamiento global continuaba afectando la atmósfera terrestre. Algunos de los candidatos en el escenario pareció incómodo.
Un debate presidencial de 2010 en Colombia, se llamó “Yo Pregunto”. Estuvo compuesto únicamente por cuestiones planteadas por vídeo. El más memorable fue un títere vestido como un vendedor ambulante que preguntaba sobre la situación de los niños trabajadores. El video llamó la atención generalizada, destacando de una manera novedosa un tema de interés nacional grave. Para los candidatos, estas preguntas inesperadas (grabados en vídeo y diferentes) deben ser abordadas con respeto a pesar de su forma poco ortodoxa.
DÉCIMA LECCIÓN: disfrutar de la experiencia.
Los participantes en un debate televisivo deben mostrar al público que se sienten cómodo, relajados y con control de la situación. Es crucial para los candidatos hacer ver a los votantes que están tomando parte del debate sin reticencias y sin miedo. El jefe asesor de prensa de Ronald Reagan dijo una vez que Reagan disfrutaba del debate porque lo vio como una oportunidad para persuadir a los votantes para que aceptaran sus ideas. Cuando los miembros de la audiencia sienten este afán de conectar, su respuesta es probable que sea positiva.
Yago Marta es experto Internacional en Oratoria y Media Training. Entrenador de Directivos y Portavoces. Preparador de Candidatos Políticos. Debate Coach.
Imparte sus entrenamientos y conferencias en: España, México, Chile, Puerto Rico, Perú, Nicaragua, Panamá, Honduras, Estados Unidos, El Salvador, Bolivia, Venezuela. Ecuador, Portugal, Colombia y Andorra.
Miembro Topten Bussines Experts y asociado en DIRCOM, ALACOP, ACOP e IAPC.